Nadie les dice
Ayer, en esa clase que enseño sólo para hablantes de herencia, es decir, para hijos de inmigrantes hispanos, otra vez volvimos al llanto. Ya me ha pasado una y otra vez (y se los he contado por aquí): ese día en que ellos deben discutir desde su experiencia qué significa ser inmigrante y/o hijo de inmigrantes, alguien se quiebra en llanto mientras habla y entonces empezamos todos a caer en las lágrimas como fichas de dominó. Hay en estos jóvenes una culpa y un agradecimiento ciego que no les pertenecen, llevan en la espalda, como una piedra, el deber de resarcir algo que ellos no causaron y de agradecer algo que no fue regalado. La culpa por el dolor y el sacrificio de sus padres, la culpa de pensar que por brindarles un mejor futuro, ellos renunciaron a su país, a su familia, incluso a su lengua. Viven cargados de ese afán de devolver, de reparar, de subsanar ese sacrificio, y viven, además, en una suerte de agradecimiento sumiso con este país, como si de gratis y de generosos, aquí los hubieran recibido con los brazos abiertos, y como si lo que comen y han conseguido sus familias, se los regalaran sin ningún esfuerzo. Pero es que claro, sus padres vienen de situaciones tan difíciles en Latinoamérica, que tienden a ver el poder comer, el tener un carro, el acceso a la educación, no como su derecho, sino como un favor inmenso que Estados Unidos les está haciendo. Y por supuesto, nadie les ha enseñado que este país que tanto les da, también le ha quitado tanto a los países donde nacieron sus padres y sus abuelos, que ha metido las manos y los pies por todo Latinoamérica, dejando huecos y revolcones y sangre, mucha sangre. Nadie les dice que aquí la libertad es más bien relativa, que la “mejor educación” del mundo más que un derecho es un negocio millonario, y que los hospitales más avanzados están, sí, pero como un lujo de pocos mientras la mayoría se muere enferma por la comida que el país les vende y les mete por los ojos todos los días. Nadie les ha dicho, y nadie les dice, y a mí un día de estos me van a echar.
Los chilaquiles y los lunchables
Para quienes no los han visto, los lunchables son unos paqueticos que venden aquí y que traen galletas, pedacitos de jamón ultra procesado, y un queso super amarillo que parece más plástico que comida. Muchos de mis estudiantes latinos compartían cómo de niños sus madres se levantaban muy temprano para empacarles chilaquiles o tacos frescos en la lonchera antes de irse a su trabajo, y cómo ellos, al llegar al colegio, deseaban que les hubieran empacado mejor un lunchable, como a todos los demás niños, no porque les supiera mejor o les gustara más, sino porque al abrir su lunchera, el olor de los chilaquiles salía, y ellos recibían las miradas despectivas de todos sus compañeros que les preguntaban qué era eso tan raro que traían para comer. Recordaban esos momentos de su infancia y entendía que la vulnerabilidad que tenían de niños se ha transformado en orgullo, y que ya nunca más se van a avergonzar de los chilaquiles o los tacos de sus madres, entienden que aunque en su mirada de niños hubiera sido más fácil tener galletas, jamón y queso plástico, en realidad eran sumamente afortunados de tener una madre que se levantaba de madrugada para cocinar algo real y fresco para ellos, comida de verdad.
Para despedirme
Perdón por tanta anécdota del salón de clases, pero es que uno habla de lo que vive, y yo vivo tres días a la semana metida ahí. Pero saliendo un poco del tema, hay tres cosas más que les quería compartir. Una, que el regreso de RecordArte este lunes pasado ha sido exitoso, nuestros oyentes seguían allí y queremos agradecerles por la espera paciente, por la fidelidad y por el apoyo. Otra, quiero prometerles que, si les gustó la primera parte de “Este es el día”, la segunda, para mí, es grandiosa; y suena raro que lo diga yo, que la escribí; pero es que la historia no me pertenece, es de doña Magaly, y tiene momentos tan profundos, tan potentes, que me parecen escenas escritas por un poeta o un gran cineasta; pero no, aquí la artífice es ella, la poesía está en ella y en su vivencia del mundo.
Y por último, quisiéramos pedirles un favor especial, hemos diseñado una encuesta para conocer mejor a nuestros oyentes y pensarnos con un poco de más claridad el futuro, no les tomará casi nada de tiempo y sí nos ayudarían mucho si la completan, solo hagan click en este botón:
¡Gracias!
Me resuenan todo lo que cuentas. Como migrante lo vivo desde de otro lugar porque llegué a otro país siendo adulta, pero sin duda es algo que me marcó y seguirá marcando mi vida.
Saludos
Siempre es un gusto leerte. Y que afortunados tus estudiantes de tenerte como profesora.